ENSAYO CHILE CONTEMPORÁNEO
1.- Reformas emprendidas por Eduardo Frei
Montalva y Allende.
Para comprender tanto las reformas
ejercidas por Frei Montalva como de Allende hay que remontarse un poco antes en
la historia así como encuadrarlas en el marco global de los años 60. Estamos
asistiendo a unos años de fuerte polarización política, debido en gran medida
al abandono de las políticas transaccionales, además la sociedad está girando
en un entorno que pide mayor reformas tanto sociales como económicas, un
referente fuerte en esta medida es la revolución cubana en 1959.
Así mismo, en los años 60 se crea un
nuevo partido político; Democracia Cristiana, que empieza a englobar a toda una
nueva clase social que no estaba representada. Democracia Cristiana y Frei
Montalva empiezan a realizar las reformas propicias de los años 60, a ellas hay
que sumar ya reformas anteriores de Alessandri e Ibáñez. Hay que entender las
reformas como una continuidad y no como ruptura, además hay que señalar que no
son reformas estructurales ni inciden profundamente, son cambios paulatinos que
no rompen con el modelo socioeconómico, las medidas de Frei son frenadas por
parte de los demás partidos decimonónicos que imperan en el espectro político,
así como los sectores sociales que existen. Las mismas medidas tomadas por
Allende tiempo después que si profundizan más en el cambio, de igual forma son
limitadas por los demás partidos políticos, Allende se vio forzado a limitar
sus propuestas.
Frei toca por primera vez el tema de
la reforma agraria, tan discutida en los años anteriores, que reduce las
propiedades a 80 hectáreas y posibilidad de expropiar tierras mal explotadas.
Allende más tarde, incide en la reforma reduciendo las hectáreas y expropiando
mayores tierras. Se acaba de esta forma con la concentración de tierras y el
latifundio.
Otra reforma fundamental en los dos
gobiernos es la reforma educacional, empieza la reforma con Frei y la
masificación de matriculas. Allende pretende socializar la población mediante
una educación estatal (ENU) que tuvo bastantes vaivenes y no se pudo llevar a
cabo.
Entre las Reformas básicas que le dan
característica revolucionaria se destacan: la Reforma Agraria; la Reforma
Constitucional; la Reforma Educacional; la Redistribución de los ingresos; y,
muy especialmente, la Organización de la Comunidad que se está desarrollando
bajo novedosas formas que buscan dar a sus miembros igualdad de oportunidades y
acceso a las decisiones de las cuales estuvieron siempre marginados por falta
de organización.
Las reformas del gobierno de Salvador
Allende se centrarían en la materia económica y especialmente en la propiedad
de los medios de producción, lo que se traduciría en la nacionalización de la
industria del carbón y del cobre, que hasta la fecha estaban controladas por
multinacionales norteamericanas.
Frei había chilenizado la minería del
cobre, compraba el 51% de las acciones, pero con Allende se produce la
nacionalización completa de la minería que es controlada estatalmente, con el
consenso de todos los partidos políticos.
En definitiva, podemos decir que Frei
empieza las reformas en Chile, influido por la coyuntura de los años 60, y
Allende incide con mayor fuerza en las reformas, mediante su idea de socializar
la población. A diferencia de Frei, Allende trastoco la estructura social y
económica en Chile.
2.- Consolidación de Augusto Pinochet
y obstáculos que tuvo que sortear.
La dictadura de Pinochet efectuó una
refundación de la sociedad chilena acorde con el pensamiento antidemocrático y
neoliberal de la derecha política y de los grandes grupos económicos. En este
sentido, la política sistemática de gravísimas violaciones de derechos humanos
no se entiende como una reacción a desafíos serios por el control del poder –el
golpe de Estado de 1973 se consolidó en horas y el régimen militar nunca
enfrentó una oposición armada de significación-; sino para destruir la
asertividad de sectores medios y populares que habían configurado, luego de
largas luchas, un conjunto de organizaciones políticas y sociales animadas por
un espíritu de creciente transformación democrática.
Para consolidar estos cambios en el
largo plazo, la derecha –a través de Pinochet- impuso una Constitución que
establecía una democracia nominal a partir de 1990. Esto lo fundamentó Jaime
Guzmán ya en 1979, al señalar maquiavélicamente que “en vez de gobernar para
hacer, en mayor o menor medida, lo que los adversarios quieren, resulta
preferible contribuir a crear una realidad que reclame de todo el que gobierne
una sujeción a las exigencias propias de ésta. Es decir, que si llegan a
gobernar los adversarios, se vean constreñidos a seguir una acción no tan
distinta a la que uno mismo anhelaría, porque el margen de alternativas que la
cancha imponga de hecho a quienes juegan en ella, sea lo suficientemente
reducido para hacer extremadamente difícil lo contrario”
En efecto, la Constitución de 1980 fue
diseñada de tal modo que, aunque perdiera Pinochet el plebiscito de 1988, fuera
prácticamente imposible ser transformada sin el concurso de la derecha que
–todo indicaba- continuaría siendo minoritaria.
Un artilugio central para ello fue el sistema
electoral binominal (que no existe en ningún otro país del mundo), y que tiene
la “virtud” de neutralizar las mayorías populares en la representación
parlamentaria. Otro fue establecer altos quorums para las reformas
constitucionales y de las leyes orgánicas constitucionales destinadas a normar
aspectos esenciales de la vida del país. Aunque la derecha cometió el “error”
de no regular a través de leyes orgánicas constitucionales los ámbitos
económicos, sociales y culturales, con excepción de la educación y la minería.
A eso se agregó otro gran obstáculo
–imprevisto- para una efectiva recuperación de la democracia: El giro copernicano
-de 180 grados- del liderazgo de la Concertación experimentado a fines de los
‘80 y que lo llevó -de acuerdo al propio Edgardo Boeninger- a una
“convergencia” con el pensamiento económico de la derecha. Peor aún, el
liderazgo de la Concertación ocultó durante muchos años dicha convergencia para
no alienar su base centro-izquierdista de sustentación.
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